Una simple prueba nasal para detectar el COVID-19 se convirtió en una pesadilla para esta vecina de EEUU. Durante el procedimiento, los médicos le perforaron el revestimiento del cerebro, lo que provocó que se le filtrara líquido cerebroespinal por la nariz.
Según contó uno de los médicos que atendieron a la mujer, Jarrett Walsh, de la Universidad de Iowa, en un artículo publicado en la revista especializada JAMA Otolaryngology-Head & Neck Surgery, la paciente se sometió al test antes de la cirugía de hernia, pero de repente, se notó que un líquido transparente salía por una de sus fosas nasales. Más tarde, sufrió fuertes dolores de cabeza y vómitos, además de rigidez en el cuello y sensibilidad a la luz.
Hace varios años, la mujer había sido tratada por hipertensión intracraneal o presión del líquido cerebroespinal demasiado alta. Asimismo, fue diagnosticada con encefalocele, una condición que ocasiona que el revestimiento del cerebro sobresalga hacia la nariz.
Afortunadamente, el equipo de Walsh logró drenar parte del líquido y realizó una cirugía para reparar el defecto. En caso contrario, la mujer podría haber desarrollado una infección cerebral potencialmente fatal.
El médico subrayó que normalmente el riesgo de las pruebas nasales es muy bajo, aunque advirtió que las personas que se habían sometido a cirugías nasales o de cráneo deberían optar por los test orales.
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