Muchos de los medicamentos más demandados del mundo provienen del rico mundo de las plantas y los hongos. Con su biodiversidad, desaparecen también recursos y ecosistemas fundamentales para la salud humana.
Ermias Lolekal Molla es etnobotánico y solía recolectar kosso cerca de Addis Abeba, la capital de Etiopía. La corteza , las hojas y la raíz del ese árbol en forma de paraguas -científicamente llamado Hagenia Abyssinica, y conocido en lengua nativa como cabotz- se utilizan comúnmente para tratar la tenia y la disentería, en un país donde menos de la mitad de la población tiene acceso a agua potable.
Ahora, al etnobotánico etíope le toma un par de días llegar a un área campestre donde puede encontrar kosso silvestre. El hábitat forestal local se ha reducido como resultado de la tala y la deforestación.
"Estas plantas necesitan conservación urgentemente", dice Molla a DW, y señala que las especies no solo son importantes por sus propiedades curativas, sino también para reducir la erosión y formar parte de un importante sumidero de carbono.
El kosso es una de al menos 60 mil plantas y hongos en todo el mundo de los cuales se ha confirmado que tienen valor medicinal. También pertenece a un grupo grande que corre el riesgo de desaparecer por completo: solo en los últimos cuatro años, el número de plantas y hongos en peligro de extinción se ha duplicado hasta el 40%. Y esas son solo las especies que conocemos.
Drogas cruciales amenazadas
Investigadores como Molla aseguran que, sin estas plantas y hongos medicinales, el futuro de la salud humana está seriamente en riesgo.
Más de un tercio de los medicamentos modernos se derivan directa o indirectamente de productos naturales, como plantas, microorganismos y animales, y entre el 60% y el 80% de los antibióticos y medicamentos contra el cáncer se originan a partir de compuestos químicos que se encuentran en el mundo natural.
Lejos de ser coto exclusivo de métodos tradicionales de curación, las plantas y los hongos medicinales son fundamentales para la farmacología moderna, dice Joao Calixto, profesor emérito de farmacología y director del Centro de Innovación y Pruebas Preclínicas sin fines de lucro en Brasil (CIEnP).
"Si miramos la historia del desarrollo de la medicina moderna, se basó casi por completo en el estudio de plantas medicinales y microorganismos, especialmente para fabricar agentes antiinfecciosos", explica Calixto a DW.
La morfina y la codeína, que se hallan entre los analgésicos más utilizados, por ejemplo, se derivaron de la flor de amapola. El paclitaxel (taxol) es un fármaco de quimioterapia de uso común de la corteza del tejo del Pacífico. La penicilina, uno de los primeros antibióticos, se deriva de un moho. Y los medicamentos para reducir el colesterol se basan en propiedades que se encuentran en hongos.
Son un recurso vital para una industria farmacéutica mundial valorada en alrededor de $ 1.1 billones (€ 931 mil millones), y un comercio mundial de especies de plantas aromáticas y medicinales por valor de $ 3.300 millones.
Uso insostenible y pérdida de hábitat
Conservacionistas preocupados como Danna Leaman, presidenta de la Lista Roja de especies de plantas medicinales en peligro de extinción, de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN), han hecho sonar la alarma sobre la extracción insostenible durante décadas.
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